Tal como un visitante quebrado en su primera noche, la Fórmula Uno espera que su suerte mejore en Las Vegas.
Tras hacer una apuesta de 500 millones de dólares a un nuevo Gran Premio en la Ciudad del Pecado, la serie de elite del automovilismo mundial debe ahora recuperarse tras el fiasco de esa noche inicial. La primera práctica quedó arruinada apenas en nueve minutos, cuando el bólido de Carlos Sainz Jr., pasó sobre la tapa de una válvula de agua, que se rompió, en el circuito callejero donde se realiza la carrera.
El percance causó daños graves al Ferrari. Sainz dijo que el impacto dañó incluso su asiento.
La situación ocasionó además que la Fórmula Uno, propiedad de Liberty Media, cerrara la pista para inspeccionar todo el circuito de 6,2 kilómetros (3,85 millas), que incluye un buen tramo de la avenida principal de Las Vegas.
Nueve minutos. Aquellos que gastaron grandes sumas de dinero para ver las prácticas recibieron un espectáculo que tuvo apenas esa duración.
A las 2:30 de la madrugada, dos horas y media después del incidente, la segunda práctica pudo realizarse. Pero para entonces se había ordenado que todos los espectadores se marcharan.
La F1 realizó una sesión de 90 minutos que concluyó a las 4 de la mañana, antes de que las calles se reabrieran para el tránsito matutino.
Stefano Domenicali, presidente de la F1, y Renee Wilm, director general del Gran Premio de Las Vegas, emitieron el viernes por la noche un comunicado conjunto en el que explicaron la debacle, al enfatizar que “esto es importante para aquéllos que son muy nuevos en las carreras para entender”.