Adolfo Salume Artiñano registra una enriquecedora historia desde su juventud, sus estudios y el trabajo que lo llevó a convertirse en una de las personalidades más reconocidas en el país, así como el esfuerzo que lo convirtió en una persona exitosa.
Los inicios de Adolfo Salume se remontan al negocio de su padre, quien comenzó en el garage de su casa, y las muchas veces que colaboró cargando el vehículo con mercadería. No siempre contaron con una casa propia, alquilaban como muchas familias que inician su desarrollo, con ganas de salir adelante.
En su infancia estudió en el colegio Sagrada Familia, luego en el Liceo Salvadoreño. Posteriormente fue inscrito en la Escuela Americana por una transferencia casi obligatoria del Liceo, pues no toleraron su espíritu inquieto.
Para los años 80 y la violencia social amenazando, Adolfo Salume se fue a Estados Unidos para seguir estudios en Harvard, fue su padre quien costeó buena parte de los estudios, reconoce, además de los aportes que hizo gracias a sus trabajos de verano.
Terminada la licenciatura optó por una maestría en Administración de Empresas y fue esta especialidad la que le abrió puertas en la banca de inversión y más adelante para crear su propia firma para la compra-venta de empresas.
“Comprábamos empresas con problemas y nos dedicábamos a la revalorización de las empresas para luego venderlas… Hice esto por muchos años. Era mi sueño americano”
Años más tarde y por los vínculos familiares y necesidad de servir al país, Salume decidió volver para impulsar el negocio aprendido en Estados Unidos, aunque también creyó oportuno tomar una acción más decidida a nivel político para cambiar la realidad social de El Salvador.
“El valor de la gente te mueve… Y queremos trabajar en la creación de oportunidades. Podemos trabajar juntos en la búsqueda de soluciones para los temas sociales del país, así como para evitar que las familias manden a sus hijos o familiares fuera de El Salvador”, menciona Salume.